7 de abril de 2008

**** DON JESÚS ****


Este es don Jesús Pérez Tierra.
Lo recuerdo, por aquellos años, como un hombre de aspecto bonachón, agradable en el trato, de nariz algo prominente y gafas, moreno, con abundante pelo ondulado, al estilo de Alfredo Amestoy, (un periodista que por entonces salía mucho en la televisión), y con un sentido del humor un tanto especial, ya que según él, los catarros se curaban como decía su abuela, con el polvo de la era.
Cuando lo conocí yo tenía 8 años y estaba muy malita.
Llevaba muchos años enferma sin saber lo que me pasaba. Había tenido varios episodios de cólicos nefríticos y de hematurias, pero los médicos que me habían visitado hasta entonces, no habían encontrado nada que los justificase.
Por entonces, y ocasionalmente, fue nuestro médico de cabecera, lo que se conoce actualmente como médico de familia. En cuanto me vio no tuvo ninguna duda de lo que me ocurría. Aconsejó a mi madre que me viese un especialista, fuera de la seguridad social, privadamente, pero en aquella ocasión no nos aconsejó a nadie en especial.
Por aquellos días, casualmente, nos encontramos con una vecinita de la misma calle a la que, según su madre le ocurría algo parecido a lo que me pasaba a mi, y nos comentó que la visitaba un tal doctor Clemente Pérez Tierra, y que desde que la trataba, la niña había mejorado mucho, que había sido todo un acierto.
Así que mi madre me volvió a llevar a la consulta de don Jesús, y le preguntó que si me podría ver su hermano.
Don Clemente había venido hacía poco tiempo de Alemania donde había hecho su Especialidad, Urología.
Don Jesús no nos habló de él, anteriormente, para no ponernos en un compromiso y forzarnos a ir a su consulta, para que eligiésemos libremente el especialista que pensásemos que iba a ser mejor para mi.
Así que aunque la economía de mi casa no era buena, y con la ayuda de mi abuela, me llevaron a su consultorio Cuando llegue a su consulta en el año 1968, era una niña pálida, pequeña y delgaducha ,"arguellada" según decía mi abuela, mal comedora y que no tenía ganas de jugar. Pero en cuanto me puso en tratamiento, después de realizar un estudio de mi caso, en el que me diagnosticó una tuberculosis renal, empecé a recuperarme rápidamente, fue como echar aceite en un candil. Estuve varios años en tratamiento hasta mi completa recuperación.
No exagero al decir que vivo gracias a ellos dos, a su sabiduría y humanidad, y que por eso les estará eternamente agradecida, al igual que toda mi familia.
La casualidad de la vida hizo que mi vida fuese en parte ligada a las suyas, ya que en 1975 comencé a trabajar en su consulta de Urología. Y posteriormente en 1989, pluriempleada, alternando este trabajo con el de auxiliar de quirófano, los atendí a los dos en la Clínica Montpellier, a don Clemente como cirujano Urólogo y a don Jesús como Cirujano de aparato digestivo.
Trabajé con ellos hasta la jubilación de ambos, y me quedan de ello muchos y agradables recuerdos. De vez en cuando nos comunicamos, bien por teléfono o vía internet, y algunas veces hasta nos tomamos juntos un orujito de hierbas.
Hay algo que me hace mucha gracia, y es que don Jesús, aún después de tantos años, de haberme conocido desde que era una mocosa, me trata de usted. ¡Que cosas!
Ahora se dedican a lo que mas les gusta, pintar, escribir, hacer barcos de madera, maquetas de trenes, algún mueble... Don Jesús es un estupendo acuarelista y un magnifico escritor de novelas, ensayos, poesía y teatro, incluso ganó un premio de teatro en Castellón.
Son un par de artistas... ¡me dan una envidia...!
Yo los quiero mucho, son un par de hombres cariñosos y encantadores, que tendrán mi afecto y mi agradecimiento siempre.
Marisa.

1 comentario:

Ligia dijo...

La vida está llena de casualidades. Cada día quedan menos médicos que sepan compartir su profesionalidad con su humanidad, así que enhorabuena por haber conocido a esos dos personajes. Un abrazo