27 de febrero de 2007

LA INSPIRACION

Dicen que los escritos, prosistas o poetas, noveles unos, o avezados ya en el arte de escribir otros, invocan a sus musas cuando inician algunos de sus escritos. Unos lo hacen porque creen que bajo el influjo de su intervención halarán la fuerza y la iluminación necesarias para sus creaciones. Otros, para que su valimiento le oriente en el arte y habilidad de su estilo.
Sea como fuere, cada cual, finalmente, elige a su musa en relación con su afinidad y sensibilidad.
Para unos las musas son seres reales; para otros, seres imaginarios o espíritus que les ilumina; para otros más, son la esencia, la energía y la fuerza que les impulsa a escribir. Y, quizás, para otros su musa son la inspiración y el estímulo que los aconteceres, que rodean a los humanos, les induce a expresar sus pensamientos y sentimientos.
Son fuentes de inspiración los vaivenes afectivos y sentimentales de la vida cotidiana de las gentes, los hechos luctuosos y dramáticos de la vida, los grandes acontecimientos que conmocionan el universo y la humanidad, las circunstancias triviales e insignificantes que nos rodean, y, por qué no, también las pequeñas alegrías y satisfacciones que nos proporciona la vida.
También son motivos de inspiración las magnificencias de la naturaleza, sus montañas y llanuras; sus ríos y mares; sus desiertos de arena y nieve; sus animales y sus plantas.
Las aguas sonoras del arroyo que discurren rutilantes por el lecho guijarroso; los insectos de alas polimorfas y cromáticas que liban el néctar de las flores y plantas; el zagal con el zurrón en bandolera que apacenta el rebaño por las laderas de las montañas; los fulgores y estruendos de la tormenta. Y tantos y tantos otros acontecimientos que nos dispensa la naturaleza son causa de inspiración.
Yo, aprendiz de escritor, iniciado en los avatares de la escritura, cuyo único interés es el plasmar pequeñas y anodinas anécdotas, al igual que los consagrados maestros de la pluma, también tengo mi musa a la que invoco y cuya ayuda solicito en mi modesto devenir. Mi musa y mi inspiración es real, es tangible; es un alma unido a un cuerpo; mi musa es mujer, mi musa eres Tú.
Te elegí como musa cuando al leer mis primeras letras recibí tu congratulación, creí ver en tu rostro un gesto de sorpresa y satisfacción. De sorpresa porque no podías imaginar la fantasía, y el estilo que se plasmaban en mi humilde escritura; de satisfacción porque, quizás, la sensibilidad que apreciaste en lo que escribía era coincidente con el sentimiento y emotividad de tu alma.
Por todo ello, desde ahora tú serás mi Musa.

J.Chacón


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