16 de mayo de 2008

SIGÜENZA. (Guadalajara, España)

UNA VISITA A SIGÜENZA
Sigüenza es ciudad de la provincia de Guadalajara (España) situada en el alto valle del río Henares conocido como el «valle de Sigüenza». Estratégicamente emplazada sobre el valle —etimológicamente su nombre significa 'la que domina el valle'— cumplió una gran función defensiva durante la Edad Media. Sin embargo, se cree que su primitivo emplazamiento estuvo en la otra orilla del río, sobre el cerro del Mirón, donde se han encontrado restos de asentamientos humanos de la Edad del Hierro.

En la época romana la ciudad fue un importante centro de comunicaciones, ya que se encontraba sobre la calzada del Henares. En tiempos de los visigodos su crecimiento continuó alrededor del núcleo central fundado por los romanos. Durante la dominación musulmana el castillo, antigua torre de vigilancia, se convertiría en medina y la Sigüenza baja conservó sus iglesias, donde a los cristianos se les permitía practicar su religión y sus costumbres.

Durante la Edad Media, la ciudad, debido a su privilegiada posición dominante tuvo un destacado papel defensivo además de recuperar su sede episcopal. Hacia 1123 el obispo don Bernando de Agén, tras haber reconquistado la ciudad, inició las obras de la que sería la catedral que obispos posteriores continuaron hasta que se finalizó en el siglo XVI.

La historia de esta ciudad, que conserva su trazado medieval, ha estado influenciada durante seis siglos por su obispado, dejando la impronta religiosa tanto en su desarrollo cultural, económico como artístico.


El castillo de Sigüenza fue construido en el primer cuarto del siglo XII sobre otro anterior musulmán. Sufrió reformas en los siglos XIV, XV, XVI y XVIII, y fue parcialmente destruido en el siglo XIX, en el año 1811 y durante las guerras carlistas, y en el siglo XX, durante la guerra civil (1936 y 1939).

Sigüenza fue asiento de una importante ciudad celtíbera, Segontia, que estuvo situada en los altos cerros de la margen derecha del río Henares. En tiempos romanos, hubo aquí importante estación de paso y lugar nutrido de habitantes, quienes seguramente elevaron su primer torreón o puesto de vigilancia sobre el valle en lo que es hoy castillo-fortaleza. Los visigodos habitaron la ciudad, y los árabes, aunque en menor número, también lo hicieron, casi reducidos a la guarnición de su reducto fuerte y atalayado en lo más elevado de la orilla.
La reconquista de Sigüenza tuvo lugar el año 1123, siendo su primer obispo, el aquitano Don Bernardo de Agen, quien al mando de un poderoso ejército conquistó la ciudad a los árabes que la ocupaban. La restauración de la sede episcopal en Sigüenza por parte de la monarquía castellana, alentó el crecimiento de esta aldea, que tomó nuevas fuerzas cuando poco después, en 1138, Alfonso VII concedió a los obispos el señorío civil sobre la ciudad y sus gentes.

Desde entonces la historia de Sigüenza y de su castillo ha corrido pareja con la de sus obispos. Multitud de éllos, de todos los caracteres y las aptitudes, pasaron por la silla episcopal. Unos fueron valientes y organizadores, mezcla de monje y de guerrero, como el fundador Don Bernardo, otros tuvieron el carisma de la santidad, como Martin de Finojosa, algunos fueron políticos eminentes, emprendedores y estrategas, como Pedro Gonzalez de Mendoza, otros aún tuvieron el sentido social suficiente como para emprender obras públicas por todo el obispado, como Don Juan Diaz de la Guerra... Ellos levantaron, desde inicios del siglo XII, este castillo, que paulatinamente fue haciéndose más grande y poderoso. En sus salones pusieron capillas, salas de justicia, tribunales y cárceles. Una guarnición potente de militares y servidores estuvieron siempre al cuidado de este castillo, en el que largas temporadas habitaron los obispos.

Un hecho histórico añadido al lento discurrir de los diversos episcopados, fue el ocurrido en el siglo XIV, en 1355, cuando en esta fortaleza fue alojada, en calidad de prisionera, doña Blanca de Borbón, rechazada por su marido, Pedro I de Castilla, y desde entonces data la leyenda de que una de las torres del mediodía, hoy todavía nominada con el recuerdo de la joven dama francesa, albergó su cruel destino durante una temporada.

A partir de la Guerra de la Independencia se inició la progresiva ruina de esta fortaleza. Todavía en 1827, residiendo en él Don Manuel Fraile García, obispo a la sazón, se alojaron tres días Fernando VII y su Corte. Después sufrió destrozos con motivo de las guerras carlistas, y a mediados del siglo se produjo un gran incendio en el mismo que acabó de arruinarlo. En el siglo XIX se destinó a cuartel de las tropas francesas.

El castillo
Situado sobre la altura del cerro que escolta por la izquierda al río Henares, el castillo de Sigüenza remata con su gallarda y solemne silueta la ciudad toda, en la que, vista de lejos, se confunden las torres de la catedral, los chapiteles de los templos románicos y los frontispicios de palacios y conventos, con la algarabía tierna de la arquitectura popular genuina de estas sierras ibéricas. El conjunto de la ciudad seguntina es, desde cualquier lugar que se la mire, inolvidable y sorprendente.

Su estructura nos muestra su origen árabe, pues se compone de un recinto con varias torres de igual altura sin que sobresalga ninguna como torre del homenaje. Sin embargo, de esta etapa no queda nada y se empieza a reconstruir con la reconquista cristiana en 1123. El recinto tiene planta rectangular, y son sus torres, ubicadas en las esquinas y en la mitad de sus muros, lo que rompen la monotonía del edificio. Las torres son de planta rectangular y de la misma altura, y están rematadas por almenas de forma rectangular. Las torres más férreas se ubican en la parte oeste, la más delicada. El castillo se rodeaba de una muralla con un puente levadizo enmarcado por dos cubos con matacanes para el ataque o contraataque.

El castillo es la culminación de una estructura defensiva que consistía en amplia muralla que rodeaba toda la ciudad. De sus puertas quedan hoy el portalón del Hierro, en la Travesaña Alta, el Portal Mayor, que fue el acceso principal, durante la Edad Media. Y por el costado de levante la Puerta del Sol, que fue postigo simplemente, y la Puerta del Toril, utilizable para salir a la Cañadilla desde la plaza mayor.

El aspecto de la fortaleza, desde la lejanía, es muy homogéneo, ofreciendo un nivel de paramentos lisos y algunos torreones, unas veces de planta cuadrilátera, y otras semicirculares, siempre rematados por almenas. Su desafiante tono es el propio de una fortaleza netamente medieval, de los siglos XIII y XIV que fue cuando cobró su silueta verdadera.

Patio interior
En el interior, muy modificado por la habilitación a Parador, se pueden admirar diversos salones. Entre éllos el salón rojo o salón del trono, en el que grandes pilares cuadrados delimitan un amplio espacio rematado por gran chimenea renacentista, y muros decorados en un fuerte tono rojo, que se matiza con abundantes reposteros y armaduras. En este lugar impartían su justicia, civil y eclesiástica, los señores y obispos de Sigüenza. El comedor grande o salón de doña Blanca es otra pieza hermosísima, en la que se yerguen gruesos arcos pétreos apuntados sosteniendo la estructura de la sala.

La extensión es una característica destacada en esta residencia fortificada. Quedó patente que en el interior de sus muros habia sitio para poder refugiar a aproximadamente mil hombres a pie y cuatrocientos soldados ecuestres. Esto se pudo comprobar cuando se prepararon las tropas que iban a luchar en la guerra de Granada.

Una nota distintiva de este edificio con respecto a todas las contrucciones fortificadas restantes es su matiz religioso. Esto es causa del extenso periodo que estuvo ocupado por los obispos de la diócesis de Sigüenza y que va desde el siglo XII al XIX. Es el único a nivel nacional, que sirvió de residencia a altas jerarquias eclesiásticas, el único caso de fortificación residencial religiosa.



Saludando al caballero

Plaza del Ayuntamiento

Plaza del Ayuntamiento

La Catedral

La Catedral

El coro

Interior de la catedral

El doncel

Fuente frente a la catedral.

Oficina de Turismo, El Humilladero.

Palacio Episcopal.

casa del Doncel





La Alameda

La alameda, estanque.

Museo.




Convento de las Ursulinas.

Plazuela de la carcel
La plazuela de la Cárcel (fue la Plaza Mayor en la Edad Media), en las travesañas, alrededor de la cual aún se conservan los edificios del antiguo Ayuntamiento, la cárcel y la Posada del Sol (hoy Taberna de la Plazuela).

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