La madre superiora irlandesa de 98 años, estaba en su lecho de muerte.
Las monjitas la rodeaban, intentando hacer cómodo su último viaje.
Trataron de darle leche calentita, pero no la quiso.
Una monjita se llevó a la cocina el vaso de leche, recordó una botella de whisky irlandés que les habían regalado por Navidad y le puso un buen tanganazo a la leche.
Volvió al lecho de la superiora y le acercó el vaso a la boca.
La superiora bebió un sorbito, luego otro y antes de que se dieran cuenta, se lo había acabado hasta la última gota.
Las monjitas le dijeron: "Madre, dénos una última palabra de sabiduría antes de morir".
Sin apenas fuerzas, se incorporó un poco y les dijo:
"No vendáis esa vaca".
1 comentario:
Gracias por poner este chiste. He buscado algo asi para mandarle a mis amistades y que vean que soy gente decente, que puede contar un chiste sin palabrotas ni cosas sexuales.
El blog es precioso, felicidades. Lo tengo entre mis favoritos hace varios meses.
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