(Por mi amigo Jesús Chacón Bautista)
-¡"Tío Turrón"! , ¡"Tío Turrón"! Venga pronto. ¡Canelo está con Linda!
El "Tío Turrón" deja los quehaceres domésticos y acude diligente a requerimiento de los chicos.
-¿Qué ocurre, que pasa?
-"Canelo" está con "Linda", y están juntos, dice uno de ellos.
-Vaya susto que me habéis dado, -exclamó el "Tío Turrón". - Y ¿qué tiene eso de particular?
-Pues que están "ligaos" en el callejón. Exclaman los chicos.
- Y van a tener perrillos. Dice Kiko, el más pequeño de ellos.
Esta noticia le hizo cambiar de color al "Tío Turrón".
"Linda" es una perrilla blanca, como una gran masa de algodón. Y limpia, siempre muy limpia.
Pero esto no es precisamente lo que tiene de especial "Linda". Lo realmente especial de Linda es que es la perrita del Sr. Cura.
Sonrojado como un ababol y sin saber qué aptitud tomar, el "Tío Turrón" acude nervioso al lugar de los hechos.
Los animales estaban atemorizados por la presencia de los chicos y del "Tío Turrón", y sin poder separarse.
- ¡Santo Cielo! ¡Que dirá el Sr. Cura, "Canelo"! ¿Que has hecho?.
Y el pobre "Canelo" y "Linda" que no entienden de normas morales, pero sí comprenden los ademanes de reproche del "Tío Turrón", gruñen de dolor cuando tienden a huir del lugar, cada cual en dirección opuesta.
El Sr. Cura, don Roque, hombre bonachón y risueño, aparece por la esquina de la calle, en tranquilo paseo hacia su casa, tras realizar las prácticas pastorales en la iglesia.
Al ver congregados a los chicos y al Tío Turrón, se aproxima a ver qué sucede.
- "Tío Turrón", ¿a qué se debe esta concurrencia?
El "Tío Turrón" sin poder pronunciar palabra, hace un ademán con la mano indicando a don Roque el motivo de la reunión.
Y ante el azoramiento y el rubor del "Tío Turrón" le propinó una palmada cariñosa en el hombro y emitió una sonora y explosiva carcajada que le desconcertó.
- Ya era hora que estos animales de Dios tuvieran descendencia y nos alegraran la vida con unos cachorrillos. Yo ya me temía lo peor; llegué a creer que Linda iba a envejecer sin conocer la alegría de la maternidad, "Tío Turrón". La naturaleza se tiene que reproducir, y ella es sabia, sentenció. Al fin y al cabo Dios le dio esos poderes. Dejemos, pues, que obre en lo animales.
-¡Ea, Tío Turrón, venga a casa a celebrarlo.
Ya en casa, son Roque sacó una botella de moscatel de misa y escanció en dos vasos.
- Dios no se enfadará porque un cuarterón de vino quede sin consagrar.
Tomó uno él y dio el otro al Tío Turrón. ¡Brindemos, -dijo- por nuestros cachorros!
Y mientras bebían el néctar de la vid, se reían y celebraban de antemano el advenimiento de las nuevas criaturas.
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