3 de agosto de 2009

******* LA DAMA DE ESPUMA Y NÁCAR *******

***** La Dama de Espuma y Nácar *****

Sentirte cerca es experimentar una vorágine de sensaciones. Tu color, tu olor, su tacto, tu frescos y a veces tu calidez, despiertan sentimientos de admiración y deseo.
Da igual como te muestres, tranquilo, acogedor, juguetón, irascible o bravo, siempre mágico, hechicero y conquistador.
Eres el origen de la vida, si ti nunca podríamos estar aquí.
El mar, aguas que esconden infinidad de misterios, embarcaciones sumergidas en tus profundas aguas guardan celosamente su secreto. Escenario de enardecidas batallas durante todos los tiempos. Inspiración constante de escritores, poetas y prosistas, de pintores y trovadores.
Todo un mundo de colores y lleno de vida se esconde bajo tus azuladas aguas. Arrecifes de preciado coral adornan tus profundidades. Peces de llamativas escamas e indescriptibles formas y colores, moluscos, crustáceos, cetáceos, algas ondulantes e infinidad de plantas que bailan a tu son, conviven en cierta armonía formando ese universo acuático que distrae con sus constantes piruetas el rey Neptuno.

Las gaviotas y albatros sobrevuelan constantemente tu superficie haciéndote compañía durante el día, y cuando se sienten cansadas tu las acoges, las meces hasta que recuperan su energía y nuevamente pueden reemprender su vuelo.
Al atardecer las sirenas cantan con su coro de damas de espuma atrayendo al navegante solitario que surcas tus aguas buscando paz y descanso, transportándolo a su mundo mágico.
Te contemplo y me gustas, paisaje misterioso y hermoso donde los haya, inigualable e incomparable y por tanto único. Quien te ha contemplado una vez nunca será capaz de olvidarte.
A ciertas horas pareces solitario y frío, pero no es así pues siempre tienes compañía.
Uno de tus dos inseparables amigos, el sol, calienta tus aguas durante el día, haciéndolas apetecibles. Acalora mi piel cuando estoy a tu vera y siento la necesidad incontrolable de sumergirme en tus aguas. Voy hacia ti y juegas conmigo. Primero me asustas, con tu lengua de espuma fría lames mis pies y después escapas. Doy un paso atrás pero vuelves a por mí esta vez mas cálido.
Intento acercarme mas, adentrarme en tu líquido salado, me cuesta pues sigues jugueteando conmigo y cada vez que avanzo un poco tus olas de espuma me impiden el paso. Lucho contigo y por fin te gano la batalla, o eso me haces creer, y entonces parece que me aceptas como un ser más de tu reino.
Tus aguas me mecen y las damas de espuma me arrullan. Cierro los ojos, estiro los brazos y con el sol acariciándome la cara me dejo llevar.... Me inundas, de envuelves, me refrescas, me relajas... hasta que poco a poco cansado de mi presencia, travieso, me devuelves a la orilla otra vez envuelta en espuma, vestida de arena y nácar.

El sol languidece al caer la tarde y tus aguas azules se tornan de un mágico tono esmeralda que va oscureciéndose a medida que avanza el tiempo, hasta convertirse en un color indefinido pero no por ello menos hermoso, a veces te muestras verde, otras azul viejo y gris.
El fuego del sol que se va apagando en el horizonte deja sobre el cielo las huellas de sus dorados dedos como queriéndose asirse a el para no dejarlo tan pronto, pero está ya muy cansado para conseguirlo.
El cielo entonces como protesta enrojece de ira al ver que otro día mas el sol le abandona, pero perdurará una aureola dorada y rosa hasta que la oscuridad de la noche lo apague por completo.
Tu otra amiga, la que te acompaña todas las noches, la Dama dela noche, la luna, ilumina tus aguas con destellos de plata. Ahora te muestras cansado, tranquilo, y ella vela tu sueño. Descansas del bullicio y el gentío de la mañana y la tarde. En el silencio y la oscuridad de la noche, las damas de espuma cantan melodías de amor que tan solo aprecian los románticos, los solitarios y las parejas que junto a tu orilla se arrullan o pasean.
Es al anochecer cuando tus aguas a penas se distinguen en el negro horizonte.


Los pescadores echan sus redes que con suerte recogerán llenas. La luna igual que a ti, les acompaña durante su trabajo a la vez que vela por tu reposo.
El mar, la mar... nos atraes tanto que no nos importa mancharte con cremas, lociones, aceites e incluso a veces con “agüitas amarillas”, corremos hacia ti sabiendo que nos acogerás en tus aguas, como si Neptuno emergiera sonriente de sus profundidades y abriera los brazos para estrecharnos amorosamente entre ellos.

A veces te muestras arisco y comprendemos el por qué. Lleno de ira lanzas tus aguas con fuerza contra las rocas produciendo un gran estruendo y no mostrándote por ello menos bello sino al revés, agresivo, hermoso, fuerte, poderoso, dominante, asustando a unos y maravillando a otros.

Y es que vertimos a tus aguas inmundicias, deshechos e incluso grandes cantidades de productos químicos que matan a los seres mas queridos de tus profundidades, y después, cuando ya es tarde, intentamos remediar lo que ya no es remediable. Es lógico pues, que te reveles en un intento desesperado de mostrarnos el daño que te hacemos.

Te tratamos mal y tu en cambio nos respondes con belleza, una bonita y original forma de protesta, de llamarnos la atención, y de decirnos: ¡Eh, cuidado!, que estoy aquí, no me hagáis daño, que soy único y ambos nos necesitamos.
Y tienes razón, te necesitamos porque sin tus azules aguas saladas, sin ese inmenso y maravilloso mundo submarino y sin tus damas de espuma y nácar nada sería igual, si tu no existieras ¿con que íbamos a comparar la belleza?
Marisa Bazán. 1997

1 comentario:

Ligia dijo...

Un texto precioso. Debemos tener más conciencia en el cuidado de la belleza que nos rodea. Abrazos