14 de diciembre de 2008

LA MUJER Y EL PÁJARO


Erase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes y maravillosas. En fin, un animal hecho para vivir libre e independiente, para alegrar a quién lo observase. Un día una mujer lo vio y se enamoró de él, sé quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella y los dos volaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro. Pero entonces pensó –“¡Tal vez quiera conocer alguna montaña distante!”- Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir más aquello con otro pájaro. Sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.Y se sintió solaY pensó –“Voy a poner una trampa, la próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse.”-El pájaro que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: -“Eres una persona que lo tiene todo”.Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo. Se puso feo y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y darle agua.Un buen día el pájaro murió. Ella se puso muy triste y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando entre las nubes.Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.Sin el pájaro, su vida perdió sentido y la muerte vino a su puerta. –“¿Porqué has venido?”- le pregunto a la muerte. “Para que puedas volar de nuevo con él- respondió la muerte- Si lo hubieses dejado partir y volver, lo admirarías y lo amarías todavía más. No que ahora necesitas de mi, para hacerlo.En el amor, nadie pierde a nadie, porque nadie posee a nadie. Esa es la verdadera experiencia de la libertad, tener lo más importante del mudo, sin poseerlo.
Pablo Coelho.

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